La situación del Palau al pié del Castillo de Peñíscola frente a un jardín en segunda línea desde el mar, ha definido la propuesta. La voluntad de vincular sus espacios interiores al parque y a la vista del mar, ha determinado una imagen fragmentada y abierta en el acceso desde el jardín, liberando una amplia plaza donde un umbráculo, transición entre exterior e interior, materializa este acuerdo y la imagen del edificio.