La arquitectura del Kursaal nace de un lugar bien preciso, la desembocadura del río Urumea, y puede que no sea una figura retórica el decir que es este accidente geográfico quien la inspira. La reacción del arquitecto frente al mismo fue evitar que se convirtiese en una mera extensión de la forma urbana tal y como la avenida de Zurriola sugería. Al aceptar como punto de partida que la fábrica urbana no podía extenderse, se propugnaba el olvido deliberado de la arquitectura convencional, buscándose como alternativa un edificio que mantuviese el carácter de accidente geográfico que aquel solar tenía.
Y así surgieron los dos cubos, volúmenes abstractos capaces de absorber y contener el programa, inscribiéndose en el paisaje, acusando la presencia del monte Urgull y del monte Uría: los cubos, como dos gigantescas rocas varadas que rinden tributo de pleitesía a la geografía con el visible guiño que una y otra hacen a las dos mencionadas montañas. Y no puede olvidarse el mencionar la deuda que el edificio tiene –por muy diversos motivos– con la Ópera de Sídney, por un lado, y con la obra del escultor Jorge Oteiza por otro.
FICHA DE PROYECTO
Producto: Cenia Beige Acabado: Apomazado Arquitecto: Rafael Moneo
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra web. Si sigues utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo.Aceptar